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En septiembre de 2021 la artista María Gabler recibió la Beca Arte CCU, que le permitió iniciar, en abril del año siguiente, una residencia en el International Studio and Curatorial Program de Nueva York, como parte del premio.

 

La residencia debía culminar en una exposición en Proxyco Gallery, una galería comercial en el Lower East Side de Manhattan. El espacio guardaba en su bodega una maqueta de la sala, la que la artista tomó prestada y trasladó, viajando en metro, a su taller en el ISCP.

 

Finalmente la exposición tuvo como punto de partida ese objeto y su cruce con otros dos elementos que surgieron en ese y otros trayectos: asfalto y malla para escombros, material llamado debris netting, en inglés, o malla raschel, en Chile.

 

En julio de 2022, durante dos semanas y bajo el nombre “Trama”, se presentaron en la galería la maqueta de la sala, un cajón de madera de la misma forma, un video presentando el cajón lleno de asfalto mientras se vaciaba, un trozo de madera, una foto de la maqueta en un vagón y 40 metros de malla que delimitaban parte de la sala, definiendo el recorrido de los espectadores y separando la maqueta del resto de los objetos.

 

Entre el 6 de diciembre de 2022 y el 3 de febrero de 2023 un espacio construido con madera y malla raschel, de igual tamaño y forma que Proxyco Gallery, estará encajado en la Sala de Arte CCU.

 

La Sala CCU permanece pintada color gris oscuro y sin luz natural desde hace ya algún tiempo. La malla es blanca y el espacio que delimita está iluminado desde dentro como una gran pantalla.

 

El catálogo de la muestra, formato 10 x 10 cm como acostumbran ser las publicaciones de CCU en el Arte, debía ser editado previo al montaje de la exposición de modo que pudiera lanzarse el día de la inauguración. Así, el pequeño libro no cuenta con imágenes de la obra “Perímetro” y, en su lugar, propone un diálogo entre breves textos de Ana María Risco, María Gabler, y diversas imágenes provenientes principalmente de la experiencia de la artista durante su residencia en Nueva York. 

 

El 14 de enero de 2023 se realizó un conversatorio a propósito de la muestra que contó con la participación de Ana María Risco, Victor Diaz Sarret y María Gabler. El texto a continuación son las palabras preliminares de Ana María para comenzar dicha conversación.


 

En el Perímetro 

Palabras preliminares para una conversación con la artista

Sala de Arte CCU (14.01.2023)

Ana María Risco

 

María me invitó a pensar y conversar sobre su trabajo a propósito de la muestra Perímetro (Sala de Arte CCU), lo que fue para mí una importante forma de reencontrar el quehacer de una artista que había conocido durante su formación, y cuya producción había seguido con interés hasta ahora. Me pareció que la invitación era una muy buena oportunidad para comenzar a entrar más detenidamente en los planteamientos visuales que ha hecho en los últimos años, de intensa producción.

 

Considerando que la obra todavía no estaba montada cuando comenzamos a conversar, le sugerí entablar alguna forma de conversación, rondando los asuntos implicados en este trabajo, de un modo que nos permitiera indagar, preguntar, levantar ideas, sin tener que llegar –en mi caso—a ningún tipo de posicionamiento que pudiera decantar demasiado pronto, antes de que la obra llegara propiamente a existir.

 

María tuvo la apertura y la flexibilidad para entrar a este juego, que para ella significó también desplazarse hacia el terreno de la escritura, y construimos así un texto dialogante, que está en el catálogo de la muestra y que yo tomo como base para armar ahora breves planteamientos sobre este trabajo.

 

En primer lugar, creo que una de las ideas que rozamos en esa escritura compartida, teniendo en cuenta que se trata de un asunto que ya ha sido tematizado a propósito de los trabajos anteriores de María, es que ella ha logrado colocar de una manera muy económica (y con esto quiero decir con gran inteligencia de recursos materiales y formales, sin derroche de ningún tipo, por decir así), el propio espacio de exhibición de arte como objeto de arte, como objeto de expectación, siguiendo en alguna medida una ruta abierta para el arte contemporáneo por artistas que se han situado desde inicios del siglo XX en la línea de la llamada crítica institucional, una línea que se puede trazar desde Duchamp o el dadaísmo en su conjunto, a referentes contemporáneos como Maria Eichhorn o Andrea Fraser, pasando necesariamente por artistas como Michel Asher o Marcel Broodthaers, centrales en la definición de esta variante.

 

Como ha notado la arquitecto Alejandra Celedón, cuyas palabras parafraseo, María Gabler aborda la galería en un sentido doble: es decir, en su dimensión arquitectónica --que nos remite a esa forma constructiva, a ese pórtico perimetral o pasillo cubierto y estrecho a lo largo de una pared cuyo origen se remonta a la arquitectura del siglo XIV--, y al mismo tiempo, en su dimensión programática: esto es, como edificio construido o acondicionado para mostrar arte.  

 

Su obra se mueve entonces entre estas dos condiciones del lugar, realizando operaciones que dejan ver el espacio físico, fenoménico y cultural de la galería, que es lo que comúnmente se oculta o se pierde de vista cuando hacemos la experiencia del objeto tradicional de arte, emplazado en una sala.

 

Si bien en la experiencia de la recepción de arte el espacio de exhibición desaparece para dejar reluciendo los objetos exhibidos en él, tal como lo postula Brian O’Doherty en su clásico ensayo Dentro del cubo blanco, este espacio está por sí mismo cargado de significados. 

 

O más bien es un espacio que, por su historia, tiene el poder de conferir a los objetos que entran a él una connotación muy rotunda, como es aquella que los convierte en objetos de arte. El espacio simbólico de la galería de arte ha signado y designado a lo largo de la modernidad a estos objetos que recibe como arte y la mirada espectadora o crítica ha debido encontrarse y tensarse siempre con esta predestinación. 

 

Y en este sentido la Sala de Arte es por sí misma, antes de toda recepción pública de una obra, una sanción, una prefiguración del tipo de recepción que requieren o reclaman los objetos en su interior. Muchas obras de arte han jugado irónicamente y polemizado con este poder de darles vida, de conferirles existencia y legitimidad, que tienen estos espacios institucionales del arte, y otras tantas reflexionan esta condición poderosa del lugar, como ocurre, me parece con el trabajo de María. 

 

Generando soluciones constructivas, habitualmente tautológicas, es decir que muestran a la galería desde la galería, a través de una suerte de pliegue de este espacio sobre sí mismo --como lo ha observado Sergio Rojas-- María ha logrado ubicar en el lugar de la mirada estética esta clave tan importante e implícita del campo del arte, como es el espacio umbral que expone a los objetos del arte. 

 

En el caso de la muestra Perímetro, lo que se ha convertido en objeto de atención es esta especie de maqueta a escala real de una galería neoyorkina, donde ella expuso antes de volver a Santiago, que aquí adopta la forma de una gran pantalla que ilumina la sala, y que en este sentido muestra, al tiempo que somete a una funcionalidad paradojal, el propio interior de la Sala de Arte CCU.

 

No quisiera volver demasiado a esta cuestión --que ha sido bastante relevada en relación con el planteamiento visual de María y a la que nosotros aludimos también en nuestro texto-- para proponer un breve apunte sobre otro aspecto del trabajo que se me hizo sensible cuando, culminado el frenético proceso de escritura a cuatro manos, pude venir y hacer la experiencia de confrontar el objeto mismo ya montado. 

 

Creo que entonces aparecieron dimensiones menos inmediatas de la obra y se hicieron más marcados algunos rasgos que la sitúan en un terreno más especulativo y, casi diría, ficcional o imaginario, en lo que concierne a su capacidad de recomponer las reglas y los elementos que funcionan como dados en nuestra experiencia cotidiana de las ciudades y los espacios construidos por los que a diario transitamos.

 

Quiero decir que los trabajos de María no solo nos permiten experimentar, por medio de la distancia y la diferencia, las normas sociales y visivas que regulan nuestro accionar al interior de la sala de arte, sino más ampliamente, las que rigen en el espacio construido, en general. 

 

Una poética del espacio y del habitar se gesta en su trabajo para devolvernos el mundo conocido por nuestro cuerpo y nuestra mirada cotidiana, a partir de un cierto desquicio de los hábitos ópticos y hápticos que hacen a ese mundo predecible.

 

A través de la réplica fantasmal de espacios arquitectónicos, que se añaden como siameses a los “originales”, o viven transitoriamente como engendros dentro de otras edificaciones, o por medio de la sustracción de componentes constructivos que permiten husmear zonas de un edificio negadas a la experiencia, o del retiro de elementos que dejan a la vista memorias yacentes bajo el revestimiento, o de la constitución de estructuras que arman nuevos recorridos y empujan al cuerpo a una observación dislocada del hueco que es todo espacio arquitectónico, el trabajo de María nos arroja a una experiencia ficticia, que energiza la práctica de habitar. 

 

Una recomposición que espacialmente rica, pienso, por cuanto María trabaja en lo que puede pensarse como una especie de doblez formal y material de la arquitectura, por medio del cual su obra va procesando aquello que parece estar bajo la piel edificada, lo que late entre lo edificado y lo proyectado, lo que está a medio camino entre la maqueta y la materialización final, una especie de esqueleto arquitectónico que nos habla un poco de formas en proceso o más bien de formas que sustentan ese mundo recubierto y ornamentado que habitualmente vemos. 

 

Lo impresentable, la trastienda, lo que está bajo el revestimiento, lo entrópico o en proceso, como los recursos de intervención transitoria del espacio urbano --intervención que en una ciudad como Nueva York, y crecientemente en otras, se cubre con malla para escombros, malla raschel, como le llamamos aquí, un material muy central en este trabajo-- es lo que cobra relevancia en esta especie de doblez o esqueleto, que queda significativamente a la vista en la estructura fantasmal y fríamente iluminada que ella ha instalado, como réplica de PROXYCO Gallery de Nueva York,  en Sala de Arte CCU.

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