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La Utilidad:  Muro Falso y el Poema XI.

Por Felipe Cooper

 

 

“Treinta rayos convergen en el centro de una rueda,

pero es su vacío lo que hace útil al carro.

Se moldea la arcilla para hacer la vasija,

pero de su vacío depende su uso.

Se horadan puertas y ventanas en los muros de una casa

y es el vacío lo que permite habitarla.

En el ser centramos nuestro interés,

pero del no-ser depende la utilidad”.

Lao Tse, Poema XI.

 

En Galería NAC, María Gabler saca un pedazo de muro, generando dos exposiciones simultáneas: Una en la propia galería, donde se muestra el vacío que dejó el pedazo de muro extraído, y otra en ChACO, feria donde se exhibe la parte del muro en sí mismo.

Dicho más drásticamente: la artista expone en una feria de arte parte de los muros de una galería de arte. Exhibe lo que exhibe, develando su condición de muro falso (un muro que cubre otro).

 

La doble instalación de Gabler (o debemos decir la desinstalación/instalación) es punzante. Juega, ya desde el lugar común de su título, con los límites de lo esperable para un muro. Por esto me pregunto si la puesta en venta del muro falso en la feria es otra dimensión artística del muro o de si, llanamente, le fue puesto precio: ¿Constituye su ingreso al mercado una decisión irónica? o ¿fue así dispuesto de modo de acentuar el contraste con la parte de la obra que “quedó” en la galería?. Ya no sería de extrañar que incluso el espacio dejado en la galería fuese susceptible de ser comercializado, pero… ¿quién me asegura que al desembalar el vacío para ponerlo en casa, sea el mismo que compré? 

 

Aquel espacio detrás del muro falso ciertamente tampoco le sería útil a Lao Tse para sustituir la vasija, y de seguro le incomodaría pensar la relación entre la austeridad de su Utilidad y la dimensión pecuniaria de estos espacios expositivos. Pero convocar aquí a Lao Tse no fue del todo antojadizo: Gabler exhibe en NAC un vacío, pero uno inadvertido y casi inútil, que no comparte ni la estirpe ni la cuidada apertura del que llena la vasija de arcilla. Es un vacío poco limpio y siempre oscuro (su origen coincidió con el momento exacto de su clausura). Un vacío que ni el propio Lao Tse tuvo ganas de ver, o que, al menos, no le habría sido útil en su poema.

 

Invitado a ambas inauguraciones y de estar advertido, a Lao Tse nos lo habríamos encontrado en ChACO.

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